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Francia se refugia en Platini para capear la tormenta de la FIFA

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París- Francia se ha encomendado al posible ascenso de Michel Platini desde la presidencia de la UEFA a la de la FIFA para sortear las sospechas sobre la pulcritud de su fútbol, a medida que se desgranan detalles de las supuestas corruptelas que durante dos décadas imperaron en la matriz internacional del deporte rey.

Platini, francés de 59 años y tres veces Balón de Oro, forma parte de la estructura de mando de la UEFA desde 2002 y es su presidente desde 2007.

El presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LPF) de Francia, Frédéric Thiriez, le considera «el hombre de la situación» para la «urgencia de salir de esta crisis», mientras que el Gobierno galo le considera un «hombre de gran calidad» y un «dirigente excepcional».

«Lo ha demostrado con la UEFA. Podría gestionar muy bien el fútbol internacional» pero «es una elección que le corresponde a él», comenta el secretario de Estado de Deporte, Thierry Braillard.

En los dos mandatos que ha completado al frente de la UEFA y el tercero empezado en marzo, Platini ha implementado en el fútbol europeo el juego limpio financiero, que persigue que los clubes no puedan gastar más de lo que ingresan, y ha ampliado de 16 a 24 el número de selecciones presentes en la fase final de la Eurocopa.

«Actualmente es el personaje clave del fútbol mundial, el que tiene más experiencia», dice de él el presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noël Le Graët. No obstante, Graët votó para que Blatter revalidara su mandato -el quinto- a pesar del escándalo de corrupción en la FIFA que a la postre forzó su dimisión.

Para justificar su decisión, distinta a la de gran parte de países europeos y contrario a los deseos del propio Platini, Graët dijo que quería mostrarse agradecido con la FIFA, que dos meses antes había atribuido a Francia la organización del Mundial femenino de 2019.

Desde el apoyo de la Federación francesa a Blatter hasta ahora ha pasado solo una semana, pero cargada de acontecimientos relacionados con los supuestos sobornos que engrasaban las decisiones de la FIFA. Y dos de ellos salpican a Francia.

Las dudas comienzan con la fecha más importante de la historia del fútbol francés: 1998, el año que Zinedine Zidane llevó a los «bleus» a proclamarse campeones del mundo en París.

En julio de 1992, solo un año después de que se creara la red de sobornos de la FIFA, según el FBI, Francia se impuso ante Marruecos y Suiza como anfitriona del Mundial 98.

El responsable francés de organizar aquel evento -y responsable también de la Eurocopa de 2016 en Francia- es Jacques Lambert, que rechaza cualquier «irregularidad» en el proceso en el que la candidatura gala fue la mejor ante los ojos de la FIFA de Blatter.

Lambert, no obstante, se unió al proyecto una vez decidida la sede y no formó parte del equipo que promocionó el dossier y que lideraba el difunto presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF) Fernand Sastre.

Platini fue seleccionador nacional de Francia entre 1988 y 1992 y luego copresidente de aquel comité de organización. Tras el Mundial de 1998 se convirtió en consejero del presidente de la FIFA hasta su nombramiento como vicepresidente de la Federación Francesa en 2001 y su posterior elección en 2007 como presidente de la UEFA, cargo desde el que votó a Catar para organizar el polémico Mundial de 2022.

Los documentos de la investigación a la FIFA, surgidos a partir de la confesión de Chuck Blazer para evitar la cárcel por estafa, fraude fiscal y blanqueo de dinero, hablan de sobornos en relación con el Mundial de 1998. Al menos por parte de Marruecos, al propio Blazer y a otros directivos.

Por ahora no está probada ninguna conducta reprochable de Francia en aquella elección, ni en la de la Eurocopa de 2016 o el Mundial femenino de 2019.

Pero las sombras respecto al Mundial 98 se han vuelto aún más alargadas después de que la Federación de Irlanda haya reconocido que en 2009 aceptó una indemnización de 5 millones de euros de la FIFA para no recurrir la mano de Henry en el gol que clasificó a Francia -en la repesca- para el Mundial de Sudáfrica 2010.

El ilícito gesto del delantero en el descuento, un fallo arbitral escandaloso retratado por las cámaras de televisión, dio a Francia el partido y el pase para Sudáfrica -otro campeonato bajo sospecha de sobornos-, pero avergonzó a los seguidores franceses e indignó a los aficionados del mundo entero.

Sin evidencias jurídicas de que Francia obrara ilícitamente en ninguno de los dos casos, el primer ministro de Francia, Manuel Valls, consideró tras la dimisión de Blatter que la salida del suizo sería positiva si permitía «regenerar el mundo del fútbol».

«El fútbol necesita reglas, respeto. Creo que hay un gran traumatismo en el mundo del fútbol profesional o aficionado» y se necesita «una organización donde el dinero no lo domine todo», razonó Valls. EFE

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