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Escultor cubano Alexandre Arrechea suaviza el tonelaje en Art Basel

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Miami – Alexandre Arrechea, el escultor cubano que hace cuatro años «intervino» Manhattan con diez piezas metálicas de hasta 5 toneladas, presenta ahora algo más «leve» en la feria Art Basel de Miami: cinco esquinas de La Habana inscritas en un tapiz.

«La obra tiene el principio del mapa. Capturo las imágenes de distintos barrios, presentando las esquinas del Vedado, Centro Habana y Habana Vieja como el lugar donde quedamos para entablar largas conversaciones», explica Arrechea a Efe.

El cubano se refiere a «Máscaras», un tapiz de 2,5 por 1,8 metros que cuelga en el Centro de Convenciones de Miami Beach, sede de la feria Art Basel, que cierra este domingo.

Según el artista, que acaba de abrir un estudio en Miami «porque a nivel cultural esta ciudad comienza a ser un emisor importante», el tapiz hoy en día se construye con alta tecnología.

«Elaboro el archivo digital y luego lo envío a Bélgica, donde unas máquinas tejen el tapiz con un sistema computarizado, pero estoy limitado a 500 colores, que no son pocos», señala, con una sonrisa.

Si bien firmó «Máscara» el año pasado, este 2017 concluyó «Espacio conquistado», una instalación con la que vuelve al metal y que acaba de terminar para Art Basel.

«Es una trampa visual. Son puentes interconectados cuya idea en definitiva utiliza el mismo principio de la máscara», desmenuza Arrechea.

Mientras conversa, muestra a Efe obras anteriores en su taller nuevo, donde la luz entra con fuerza por las ventanas a primera hora de la mañana.

Dice el escultor nacido en Trinidad, una de las ocho villas fundadas en Cuba por los españoles, que el «leitmotiv» de su instalación metálica es preguntarse si el espacio ha sido conquistado o lo que se tiene es la ilusión de esa conquista.

Una obra textil y otra de metal para «entrarle de lleno» a Miami, pero lo que no sabe el público es que detrás hay bocetos de acuarela, que por lo general son inmensos y ahora ambientan su nuevo estudio.

«Me atraen todos los materiales y técnicas. Me considero escultor, pero tengo la acuarela como una base muy sólida en mi trabajo. Cada vez que comienzo un proyecto lo planteo como una acuarela», explica el artista, alumno de escuelas de artes plásticas desde los 12 años y cuyas acuarelas/bocetos se convierten en obras independientes que también se venden.

Cuando Arrechea «intervino» Manhattan en 2013 con la serie de esculturas gigantes «No limits» (que luego pasaron a colecciones públicas y particulares), estaba dando vuelo a la pregunta «¿cómo entendemos el espacio en la contemporaneidad?».

«Trabajé con iconos gastados, como el Empire State, que te lo encuentras en una tienda de souvernir. Ir de frente podía ser muy superficial. La idea era aprovechar cierta cultura popular para hablar de ella desde otro ángulo», confiesa el artista.

Arrechea expuso al aire libre 10 esculturas que representaban 10 edificios emblemáticos de Manhattan, pero la experiencia, «muy mediática» según sus palabras, de cierta manera le llevó de vuelta a la acuarela y con esta técnica «suave» se está incorporando al tejido de Miami.

«Hay ambiciones que tengo en torno a la acuarela. Quiero transformarla en una especie de estructura sólida. Ahora no será parte de un proceso, sino el resultado final», reveló.

La primera semana de marzo de 2018, luego de participar en Arco, la feria de artes plásticas de Madrid, Arrechea inaugurará una muestra personal en la galería Casado Santa Pau, en la capital española.

Aún no tiene claro el título ni la cantidad de obras que llevará, pero sí tiene claro que de vez en cuando hay que cruzar el Atlántico.

En Madrid, donde también tiene un taller, vivió unos 15 años. Luego se acomodó en la dinámica de Nueva York y ahora lo intenta en Miami, donde viven muchos de sus compatriotas.

También adelantó que el año entrante inaugurará una escultura pública en Kansas City, supervisada por el reconocido curador estadounidense Dan Cameron y que se titulará «Open Sapaces».

La proyección internacional de Arrechea comenzó en la década de 1990 con el grupo creativo Los Carpinteros, una tríada de «colegas» del Instituto Superior de Arte cubano (ISA) que fue convocada por un profesor para realizar trabajos voluntarios de remozamiento en viviendas muy pobres de la Habana Vieja.

Alguien les puso ese nombre y con él, ese trío compuesto también Dagoberto Rodríguez y Marcos Castillo terminó firmando obras para exposiciones europeas.

Poco después, en 2002, Arrechea ya exhibía sus obras instituciones representativas como el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.

«Somos una generación de monjes. Desde pequeños entramos en una escuela de arte y ese ha sido nuestro mundo», afirma el artista. 

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