Muchos de los 11.2 millones de indocumentados que viven en los EE. UU. así como los que residen en otros países, también participaron en distintas actividades religiosas en busca del «milagro» que les permita salir de la clandestinidad y alejarse del riesgo de ser expulsados de esas naciones donde intentan hacer realidad su sueño.
En Semana Santa, los indocumentados junto a líderes de iglesias de distintas denominaciones, protagonizaron ayunos, jornadas de oración y peregrinaciones, en la calle y en templos, sin importar la hora.
Vía Crucis representativo
En el Vía Crucis de Semana Santa en Roma, la cruz fue portada por diferentes personas (inmigrantes, toxicómanos, trabajadores, sin techo, enfermos, niños, mujeres y presos), durante las 14 estaciones que rememoran el camino de Cristo hacia su crucifixión y desde la década de 1970 se desarrolla en el célebre Anfiteatro Flavio.
El Sumo Pontífice lideró la actividad en la que oraron por todas las madres que lloran por sus hijos lejanos, por los jóvenes condenados a muerte, asesinados o enviados a la guerra, especialmente por los niños soldados.
En una de las estaciones se dijo que «Jesús nos da la fuerza para no cerrar la puerta a quien llama a nuestra casa pidiendo asilo, dignidad y patria, y conscientes de nuestra fragilidad, aceptaremos la fragilidad del inmigrante». Leer nota completa…
