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El fin de una era Maya llega cuando sus descendientes agonizan en la indigencia

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Tegucigalpa – Los descendientes de los Mayas están moribundos, pero su agonía no obedece al fin de una anunciada era cuya hecatombe se advirtió para este 21 de diciembre, cuando el calendario indígena registra 5,125 años. Ellos perecen porque el olvido ancestral agota las posibilidades de sobrevivencia de sus descendientes lencas y chortís.
 

Habitan en el occidente hondureño, son más de 90 mil lencas, cuyas comunidades están distribuidas básicamente en Lempira, Intibucá, Santa Bárbara y La Paz.

Ocotepeque y Copán son los entornos donde poco más de 4 mil chortís se cobijan en pequeñas y paupérrimos poblados.

En Lempira, los lencas afrontan una desnutrición y condiciones sanitarias deplorables. No es menos en Intibucá. Son comunidades frágiles. La explotación de sus recursos naturales les ha afectado su hábitat natural. Su lengua ha desparecido pero conservan tradiciones que mezclan en un sincretismo que da lugar a una riqueza cultural extraordinaria. Sus guancascos y los cultos de la vara alta reflejan que se resisten a dejar su fundamento propio.

San Andrés, San Manuel de Colohete, Guarita, San Marcos de la Sierra, Opalaca, La Iguala, San Sebastián, Guajiquiro, Yarula, Santa Elena, San Lucía y Mapulaca, son solo parte de las peores caras de la exclusión y el olvido a que han sido sometidos los lencas.

Igualmente los chortís viven su calvario. Ellos enfrentan dificultades profundas en la tenencia de la tierra. En Copán y Ocotepeque los latifundios predominan y con ellos las desigualdades. San Rafael, Carrizalón, Monte de los Negros, La Pintada, El Bonete, La Laguna, Choncó y Tapezcos, son algunas comunidades habitadas por estos hijos directos de los Mayas.

Para la coordinadora General del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), Bertha Cáceres, “los pueblos indígenas están siendo impactados y viven una realidad sumamente fuerte que golpea en sus vidas individuales y colectivas producto de un proceso de coloniaje de hace más de 500 años”.

El Copinh, una organización que hizo despertar de su profundo y ancestral silencio a los Lencas, peregrinó junto a millares de indígenas, desde los pueblos de occidente hasta Tegucigalpa, la capital del país, durante la administración del presidente Carlos Roberto Reina (1994-1998). Es desde entonces que incesantemente reclaman, pero sus voces apenas se escuchan.

Bertha Cáceres dice que las comunidades lencas son afectadas por una minería sin control; la explotación de ríos y bosques que acaba aceleradamente con sus recursos naturales, así como dramáticos datos sanitarios y educativos.

Dedicados a la agricultura, Cáceres ejemplifica el deterioro de la cultura del maíz, un grano básico en la dieta de los indígenas, pero además, su Dios más importante. “Ahora los transgénicos nos han desnaturalizado hasta nuestra semilla”, dice.

La dirigente llamó a las autoridades y a la sociedad en general a “cambiar la mirada de desprecio y de desinterés hacia los pueblos indígenas, somos sujetos históricos, políticos, sociales y pueblos con derechos particulares”, reclamó.

“La cultura indígena de saberes profundos y de respeto a la vida, a los bienes comunes como el bosque, el aire, son amenazados por la visión depredadora que nos invade”, prosiguió expresando Bertha Cáceres.

Consultada por Proceso Digital sobre la anunciada hecatombe pronosticada por los Mayas, la dirigente indígena aseguró que “no es charlatanería, hace cinco mil años, nuestros ancestros, nuestros astrónomos previeron realidades que hoy estamos viendo, tienen que ver con un acontecimiento que va a pasar hoy, en nuestro planeta”, detalló refiriéndose a la fecha en la que se marca un día extremadamente corto y una noche prologada debido a solsticio que se registra este viernes.

Para el ministro hondureño de la Etnias, Luis Green, las celebraciones, ceremonias y festejos que se suscitan este día en Copán Ruinas, no representan la realidad de los pueblos indígenas que según reconoció, viven realidades distintas al esplendor turístico, arqueológico y cultural que ha desatado el B’aktun o el fin de una Era, según los Mayas.

Green dijo que aunque falta mucho por hacer, se realizan esfuerzos por implementar programas de educación intercultural en los poblados indígenas. Igualmente dijo que se trabaja en políticas sanitarias de prevención y en programas de titulación de las tierras. Todos los esfuerzos son coordinados con los organismos oficiales especializados.

La llegada de una nueva Era

La llegada de la nueva Era Maya hoy viernes se celebrará en los países centroamericanos que sirvieron de asiento a esa antigua cultura prehispánica y también en otros, marcada por la polémica de si se trata del comienzo de nuevos tiempos o del temido apocalipsis.

Una era Maya se compone de 13 ciclos, cada uno denominado B’aktun, y concluye cada 5,125 años, según el calendario de cuenta larga de esa civilización, que habitó los territorios que hoy ocupan Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y el sur de México, con una historia de aproximadamente 3,000 años.

Según la visión Maya, hoy 21 de diciembre culminará la era actual que arrancó en el 3,114 a.C. y comenzará el B’aktun uno de la era siguiente, lo que ha motivado celebraciones gubernamentales y de organizaciones Mayas en Centroamérica.

Esas festividades, que incluyen rituales ancestrales, seminarios y eventos gastronómicos, entre otros, culminarán a medianoche del próximo viernes con ceremonias en los sitios arqueológicos, a las que ya han anunciado su asistencia los presidentes de Guatemala y Honduras.

Pero el acontecimiento también ha sido entendido por algunos, erróneamente, como la llegada del fin del mundo, una teoría que ha sido rechazada por los herederos de la civilización prehispánica, por científicos e incluso la iglesia católica.

«El fin del período del quinto sol (que sucederá el 21 de diciembre de 2012) dará paso a una nueva era, en la que habrá cambios positivos en todos los sentidos para la humanidad», según han asegurado sacerdotes y guías espirituales Mayas de Guatemala.

«No se trata del fin del mundo, sino del fin de un ciclo y el inicio de otro, así que no esperen a que les cuenten, vengan a Copán, que vivirá un espectáculo cultural», dijo la ministra hondureña de Turismo, Nelly Jerez.

Copán, en el oeste hondureño, fue una influyente ciudad-estado maya del período Clásico, que va desde el 320 al 987 d.C., lo mismo que otras urbes como Tikal y Quiriguá, ambas en Guatemala.

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