Se trata de la primera vez que Washington decide situar a tropas estadounidenses en suelo somalí, desde la fallida operación «Black Hawk Down» de 1993 en la que dos helicópteros fueron derribados y 18 soldados perdieron la vida.
Los servicios de inteligencia estadounidense consideran a la milicia islamista Al-Shabab, vinculada a Al Qaeda, como responsable de numerosos atentados en el país.
Asimismo, Al-Shabab podría estar detrás del atentado en un centro comercial de Nairobi (Kenia) del pasado año, en el que murieron más de medio centenar de personas.
En los últimos años, Estados Unidos ha llevado a cabo algunas operaciones en Somalia, pero dirigidas desde la cercana base estadounidense de Djibouti, en el Cuerno de África.
Desde 2007, EE.UU. ha dedicado notables recursos a equipar y entrenar a una fuerza de la Unión Africana, la mayor parte compuesta por soldados de Uganda y Burundi, para garantizar el orden y fortalecer el nuevo Gobierno local.
El pasado año, el Gobierno estadounidense reconoció oficialmente al nuevo Gobierno federal de Somalia, y estableció así de nuevo relaciones diplomáticas, en suspenso desde 1991.
En este sentido, el Departamento de Estado de EE.UU. ha anunciado su intención de reabrir la embajada en Mogadiscio, aunque aún no ha dado una fecha para ello.