Washington – A raíz del movimiento anti racista en Estados Unidos, las estatuas de Cristóbal Colón se están derribando y se reclama que saquen del Capitolio las de los generales confederados que apoyaron la esclavitud en la Guerra Civil (1861-1865), entre el norte y el sur.
Y sin quererlo, se está reescribiendo la historia a golpe de martillazos y bajo la tendencia de lo “políticamente correcto”.
Se han quitado ya estatuas del Descubridor de América en Los Ángeles, San Diego (California) , Boston (Massachusetts), Richmond (Virginia) y Saint Paul (Minnesota), alegando que Colón significa “genocidio de indígenas”. Y vandalizadas en Providence (Rhode Island) y Miami (Florida).
Eso a pesar que el Almirante nunca puso el pie en el actual territorio de Estados Unidos, en ninguno de sus cuatro viajes a América.
“Colón no tiene nadie quien lo defienda”, tituló el diario ABC de Madrid al dar la noticias e informar de la reacción del gobierno español: “El gobierno lamenta que se vandalicen estatuas del navegante en Estados Unidos, aunque comparte el dolor que siente el pueblo americano”.
El que si se opone a derribarlas es el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo (de origen italiano) porque representa, según él, “la contribución de la comunidad italo-americana”, a pesar que comprende el sentimiento contrario a los actos de “brutalidad” impuestos a los habitantes de las Indias Occidentales.
El “Columbus Day”(el 12 de octubre) es uno de los festivos más importantes del año en Nueva York y se celebra como una gesta italiana, y no española, el Descubrimiento de América por haber nacido Colon en Italia.
Arturo Pérez- Reverte, escritor español y miembro de la Real Academia Española, denuncia que “la manía de juzgar y condenar el pasado lleva a los más absurdos anacronismos”.
Un anacronismo es, según Pérez-Reverte y en referencia a los conquistadores españoles, ”exigirle a una banda de aventureros hambrientos, ambiciosos y desesperados que se comportaran en el siglo XV con los criterios morales de una ONG del siglo XXI”.
Y en Washington el tema las estatuas confederadas está que arde como si el país no tuviera otros problemas más urgentes.
La presidenta (“Speaker”) de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, pidió oficialmente que se retiren del Capitolio once estatuas de generales y políticos de la Confederación.
Estos no solo apoyaban la esclavitud, sino que también tenían decenas de esclavos en sus propiedades agrícolas, en los estados del sudeste del país, que también luchaban por la separación de la Unión.
La influyente Pelosi tiene entre cejas y cejas, sacar a Jefferson Davis y Alexander Stephens, quienes fueron presidente y vicepresidente, respectivamente, de los Estados Confederados de América y fueron acusados de “traidores” a los Estados Unidos, tras el fin de la Guerra Civil, en 1868.
“Al tiempo que pienso que es imperativo que no olvidemos nuestra historia, aún menos que la repitamos, también creo que no hay lugar para celebrar el violento fanatismo de los hombres de la Confederación en los sagrados salones del Capitolio”, afirmó Pelosi.
Por su parte el presidente, Donald Trump, rechazó enérgicamente una propuesta por grupos raciales y discutida en el Pentágono, de renombrar las diez bases militares bautizadas con los nombres de oficiales confederados que lucharon contra la Unión en la Guerra de Secesión.
Entre las bases más importantes, están Fort Bragg en Carolina del Norte, Fort Hood en Texas y Fort Benning, en Georgia, los tres estados, ex confederados. Esta última fue bautizada en 1917 con el nombre del general Henry L. Benning de la Confederación en la Guerra Civil, defensor de la esclavitud como norma de vida de los estados sureños de esa época.
Mitch McConnell, el líder ultra conservador de la mayoría republicana en el Senado y el que pone en práctica las órdenes de Trump, ha dicho unas palabras desafortunadas cuando le preguntaron los periodistas sobre las compensaciones de la esclavitud respondió:
“Eso sucedió hace 150 años cuando ninguno de nosotros vivía y no somos ahora responsables”.
“Además, actos como elegir a Barak Obama de presidente, podría ser considerado como una forma de compensación”, dijo en referencia a la condición de afroamericano del exmandatario.