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EEUU deja sola a Latinoamérica, mientras China, Rusia y hasta Japón la cortejan

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Tegucigalpa/Washington – Mientras la Casa Blanca se encuentra inmersa en la crisis de Ucrania, los ataques de Israel a Hamas en Palestina y el avance de los yihadistas en Irak y Siria y marginalmente presta atención a la crisis humanitaria de los menores migrantes centroamericanos que viajan solos, su zona de influencia o “patio tarsero” es cortejada por el esto de potencias asiáticas y Rusia, que ven tener el camino libre, especialmente en Sudamérica.
 

– Los dirigentes extra regionales buscan espacios en el continente, mientras Washington considera que no es necesario atender sus necesidades y problemas


– La crisis de los migrantes menores centroamericanos evidenció el poco interés estadounidense en los problemas del área

En menos de dos semanas, los gobernantes de China y Rusia, Xi Jinping y Vladimir Putin respectivamente, realizaron giras que los llevaron a varios países latinoamericanos y donde dejaron claro su intensión de desafiar el hegemonismo de Washington, aunque se cuidaron las espaldas diplomáticas al señalar que las visitas tuvieron un carácter comercial.

Tanto Xi como Putin viajaron a Brasil para participar en la VI cumbre del grupo de las principales economías emergentes, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), pero a la vez cumplieron agendas particulares con viajes a otras capitales de la región.

Además del encuentro del bloque económico y político, los BRICS mantuvieron un encuentro con los países de la Unión de Naciones de Sudamérica (Unasur), con la finalidad de lograr ampliar los intercambios comerciales y políticos de ambos grupos.

Tanto Pekín como Moscú vienen buscando crear un mundo multipolar, donde la aplastante hegemonía de Washington en casi todos los temas de política internacional, se vea reducida en parte.

Pekín y sus intereses

El dirigente chino viajó a Cuba, Argentina y Venezuela, tres naciones caracterizadas por su posición contra Estados Unidos y que combaten la influencia de Washington en la región, tras su estadía en Brasil.

Xi, que realiza su segunda gira latinoamericana en casi un año en el poder, busco en está ocasión países con un marcado perfil político antiWashington, ya que Cuba y Venezuela son gobernadas por regímenes izquierdistas, mientras Argentina tiene un discurso antiWall Street, especialmente tras la lucha contra los fondos de inversión que compraron deuda en mercado terciario (ya estaba en default) y lograron que un tribunal les diera la razón que Buenos Aires les debe pagar el 100 por ciento de la misma.

El dirigente chino visitó el año pasado México, Costa Rica y Trinidad y Tobago, tres naciones prolibre mercado, con lo cual combina giras de marcado interés comercial, con otras enteramente políticas.

Moscú devuelve el golpe

Por su lado Putin, que se ha encontrado bajo la presión constante de Obama con el tema de Ucrania, aplicándole sanciones a Moscú por su apoyo a los rebeldes prorrusos , aprovechó la cumbre de los BRICS para salir de gira por el “patio tarsero” estadounidense, aunque las visitas estuvieron limitadas a Cuba, Nicaragua y Argentina, además de Brasil.

Obama ha dedicado especial interés al caso ucraniano, ya que espera concluir la derrota final al Kremlin y Rusia al arrebatarles la influencia sobre Ucrania. Ronald Reagan fue el ganador de la Guerra Fría al arrebatarle a Moscú todo el eje de Europa del Este y el fin del Pacto de Varsovia, pero dejó a Rusia bajo control de todo el espacio soviético, excepto las repúblicas bálticas (Letonia, Estonia y Lituania) que se integraron a Occidente y su bloque militar de la OTAN.

Formado bajo la filosofía de la Guerra Fría, Obama conoce la regla impuesta por el ex asesor de seguridad nacional del gobierno de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, “Rusia, sin Ucrania, es un Estado nacional normal; pero Rusia, con Ucrania, es un imperio”, de ahí que ha dedicado el mayor de sus tiempos para asestarle a Moscú el segundo golpe mortal y arrebatarle el control e influencia sobre Ucrania y que los ucranianos se integren a Occidente, bajo la modalidad de miembro de la Unión Europea.

El presidente estadounidense recordó de hecho esta doctrina estadounidense cuando quiso descalificar a Putin al señalar que Rusia apenas es una potencia regional y no un poder global como se define Estados Unidos.

Por ello Putin, que ha visto como su sueño de restauración del poder imperial en el espacio ex soviético se ha venido derrumbando, enrumbó a Latinoamérica para intentar darle a Obama un pequeño golpe de lo que significa que sus zonas de influencia sean violadas por naciones extrañas.

Latinoamérica ausente para Washington

En el lapso de las visitas de Xi y Putin a Latinoamérica, Obama enfrentó lo que su administración definió “crisis humanitaria” en referencia al ingreso de más de 50,000 menores a Estados Unidos sin compañía de sus padres y que fueron detenidos por agentes migratorios y que fueron ubicados en centros de albergue a cargo de los servicios sociales y de salud.

Obama abordó el asunto como un problema doméstico y como parte de sus difíciles relaciones con los republicanos y jamás como un asunto de sus relaciones con sus vecinos latinoamericanos, especialmente México y el llamado triangulo norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras).

Excepto declaraciones marginales y un breve encuentro con los presidentes centroamericanos del triángulo norte, para recalcar su posición que los menores serán deportados y que no hay nada que hacer, pese a que es un tema de responsabilidad compartida, Obama ha dedicado su tiempo mayor a Ucrania, a respaldar a Israel en sus ataques a los palestinos en Gaza y a recolectar miles de dólares para su partido Demócrata a fin de enfrentar a los republicanos en las elecciones de noviembre donde se renovará la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

De ahí que el terreno latinoamericano es propicio para la llegada de dirigentes mundiales dispuestos a obtener influencia en esta región del mundo, al que la Casa Blanca considera como su zona sin que nadie le pueda disputar su control.

Hasta Japón busca su espacio

Prueba de que la región se encuentra por un lado abandonada por Washington y por otro que es objeto de interés que hasta el primer ministro del Japón, Shinzo Abe, inició una gira por la región que lo llevará a cinco naciones.

Abe ya viajó a México, donde firmó diversos acuerdos con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, y luego se trasladará a Trinidad y Tobago, para después virar ala sur donde será recibido en Colombia, Chile y Brasil, las tres economías más libres y prosperas de Sudamérica.

Aunque la gira de Abe no puede verse como un reto a Washington, son aliados militares de primer orden y los dos buscan contener a China en Asia, mientras Tokio mantiene diferencias territoriales con Rusia, si resalta que la Casa Blanca mantiene olvidada a Latinoamérica en su política exterior.

Abe, que logró modificar la legislación a fin que el ejército japonés pueda operar en el exterior en el marco de alianzas defensivas algo que no ocurría desde el fin de la segunda guerra mundial, busca nuevos mercados, así como las materias primas latinoamericanas (mineral de hierro, cobre, petróleo, alimentos y otros) en los países, mientras evita que Pekín se quede con toda la influencia en la región de parte de nación asiática alguna.



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