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Dos mujeres discapacitadas víctimas de un bombardeo israelí sobre Gaza

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Gaza – Equipos de rescate y personal médico recuperaron hoy los cuerpos de dos mujeres discapacitadas de entre los escombros del centro de discapacitados físicos y mentales que fue bombardeado por fuerzas aéreas israelíes durante la madrugada.
 

Las dos jóvenes fallecieron, mientras que otras cinco personas fueron gravemente heridas, después de que tres aviones de combate israelíes arrasaran las instalaciones que albergaban a numerosos pacientes y las redujeran a escombros por motivos que hasta el momento no han sido explicados.

La población de la franja considera que este ataque es, hasta el momento, el más cruento desde que el Ejército israelí iniciara el pasado martes la operación «Margen Protector» sobre un enclave masificado y empobrecido.

Mona Abu Seda no puede evitar derrumbarse también tras contemplar las labores de rescate que le devolvieron el cuerpo dividido de su hermana Suha, de 38 años de edad y con una discapacidad física y mental, motivo por el que recibía desde hacía años asistencia médica en el centro.

«Es increíble. Es el crimen más vulgar, vergonzoso y horrendo que he visto en mi vida», llora Mona. «¿Por qué? ¿Qué hizo Suha a los israelíes?¿Van a decir que estaba tirando cohetes o escondiendo bombas bajo su cama?», clama.

Mabaret Palestina es el nombre del centro emplazado en el norte de la franja que trata a decenas de palestinos que padecen alguna discapacidad física o mental y que hoy fue atacado, según testigos, por un F-16 que derribó las dos plantas de la construcción, terminado con la vida de Suha y Hala Wishahi, de 31 años.

Dos enfermeras que trabajaban en el turno de noche también fueron heridas por el embate.

Uno de los miembros de los equipos de rescate asegura mientras escarba entre los restos del edificio que este hecho «no es en realidad un castigo colectivo que Israel nos impone, sino una eliminación colectiva, masiva, de los seres humanos».

Sillas de rueda destrozadas, camas, sábanas y demás mobiliario se mezclan con piedras y polvo, sangre y restos humanos componen la escena a la que se enfrentan los presentes.

Jamila Eleiwa, la directora del centro, se muestra en estado de shock a su llegada. No reacciona hasta minutos después de permanecer en absoluto silencio. «¡Esto es un crimen de guerra sobre el que la humanidad no había escuchado antes!», espeta.

«No sé cómo Israel va a justificar esto. El número de víctimas podría haber sido mayor pero varios de los pacientes estaban fuera porque es fin de semana», dice con furia.

Jamila añade que algunos de los que han sido alcanzados dentro del centro se encuentran allí porque no tienen familia o casas a las que regresar, «por lo que dormían aquí. Ahora Suha y Hala están en el cielo, mejor que en este mundo injusto que no se preocupa por gente con discapacidad».

En el mismo día, Israel atacó a lo largo y ancho de la franja cinco organizaciones benéficas vinculadas a Hamás.

Con anterioridad habían anunciado que el movimiento islamista, sus instituciones y las casas de sus milicianos, así como su brazo armado, son objetivos en la actual ofensiva.

El presidente de las organizaciones benéficas de Hamás en Gaza, Ahmed Al Kurd, comentó a los medios en rueda de prensa que lo que Israel hace «no es solo un crimen; es una guerra que abarca todos los crímenes posibles contra la humanidad».

«Esos criminales tienen que ser llevados ante un tribunal y ser juzgados por crímenes de guerra», sentenció.

Tras los hechos, un portavoz del Ejército israelí, identificado como Avichay Adrei, rechazó poseer información precisa sobre dichos ataques y apuntó que «todo lo que sabemos es que nuestras fuerzas tienen como objetivo instituciones que respaldan a Hamás».

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