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Domingo de Ramos festivo y reivindicativo abre la Semana Santa en Jerusalén

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Jerusalén.- Miles de cristianos, en su gran mayoría palestinos, iniciaron hoy el monte de los Olivos las celebraciones de Semana Santa con la tradicional procesión de las palmas, tan festiva como siempre aunque teñida este año de un particular cariz reivindicativo.
 

A las palmas -procedentes en su mayoría de la vecina ciudad de Jericó- y las loas que rememoran la entrada de Jesús en Jerusalén, los diversos grupos participantes agregaron este domingo un mismo cartel con la efigie del papa, multiplicado a lo largo de la marcha: «Francisco, Palestina quiere Justicia».

«La visita de un papa tan comprometido con los pobres y con los que sufren es una buena noticia para nosotros. Esperamos mucho de su visita, la esperamos con ilusión», explicó a Efe Mariam, una joven cristiana de 26 años.

Veterana de la procesión -participa en la misma desde que entró, a la edad de 12 años, en el movimiento scout- encarnaba este domingo la fe y el anhelo con los que los cristianos palestinos esperan ya la llegada del pontífice a Tierra Santa, prevista para el 24 de mayo.

Muchos eran los que le tenían hoy en su pensamiento durante los cerca de 10 kilómetros que separan el santuario de Betfagé, en la ladera norte del monte de los Olivos, y la piscina de Bethseda, lugar donde la tradición bizantina sitúa el nacimiento de la Virgen María.

«Los cristianos de Palestina somos los verdaderos olvidados. Israel encierra nuestras tierras tras un muro, impide a muchos de nosotros viajar a Jerusalén para visitar los Santos Lugares y debemos sufrir el ataque de los colonos. Necesitamos justicia», se quejaba durante la marcha Mariam.

Como cada domingo de Ramos, está mañana madrugó para llegar muy pronto al citado santuario, restaurado en 1954, para organizar una tradición que solo se vio interrumpida durante la conquista musulmana de la ciudad santa.

Cuenta San Lucas en su Evangelio, que estando Jesús en el camino entre Betfagé y Betania -donde vivían Lázaro y a sus hermanas Marta y María- ordenó a dos de sus discípulos que buscaran un pollino y se lo llevaran.

Jesús colocó en el dos mantos, montó y descendió el referido monte, donde la multitud salió a saludarlo con palmas y lo acompañó hasta las murallas de Jerusalén entre gritos de «Bendito el que viene en nombre del Señor, hosanna en el cielo».

Allí, a la entrada, los fariseos le exigieron que reprendiera a sus discípulos, pero Cristo les contestó «Yo os digo que, si éstos se callan, gritarán las piedras».

«Hemos venido a recordar la entrada triunfal del Señor en Jerusalén, pero también para recordar que este lugar es de todos los cristianos», afirmó por su parte Jean Paul, un estudiante francés de teología, feliz entre un mar de peregrinos.

Algunos, guitarra en ristre, cantaban himnos en idiomas tan variados como el español, el italiano, el inglés, el árabe y el polaco.

Otros, rosario en mano, agitaban los ramos con devoción y alegría al entrar en ciudad vieja a través de la famosa Puerta de los Leones o de San Esteban, donde eran recibidos por residentes encaramados a balcones con lluvias de arroz y caramelos.

Al frente de la procesión, el Patriarca Latino, Fuad Tawl, y entre los ilustres peregrinos, algunos representantes de las autoridades políticas como Nabil Shaat, jefe del equipo negociador palestino con Israel.

«Esperamos que la visita del Papa sirva de ayuda, sirva para que el mundo vuelva a ver la injusticia en la que vive el pueblo palestino y en particular los cristianos», concluyó Mariam casi al llegar a la citada puerta, fuertemente custodiada por las Fuerzas de Seguridad y antidisturbios israelíes.

La procesión de las palmas -conocida también popularmente como «de la borriquilla»- es el primer acto de la Semana Santa en Jerusalén, atestada este año de fieles y turistas ya que la ortodoxa y la católica coinciden esta vez en el calendario, y lo hacen, además, con la fiesta de «Pesaj» o Pascua judía.

Suspendida tras la caída del reino cruzado, la tradición fue recuperada por los franciscanos en el siglo XVI, época en la que el Padre Custodio de Tierra Santa representando la figura de Cristo subida a un asno.

En 1876, un labrador halló unas ruinas cruzadas con pinturas que representaban la resurrección de Lázaro y la entrada triunfal de Jesús en unas tierras a medio camino entre Betania y la cima del monte de los Olivos.

Allí se erigió siete años más tarde el santuario de Betfage, del que parte la procesión y en el que esta mañana Mariam y grupos de scouts se afanaban en repartir palmas y afinar instrumentos y voces, con la visita de Francisco en el alma.
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