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Dignidad y derechos humanos: Bienestar de todas y todos los habitantes

H. Roberto Herrera Cáceres
Comisionado Nacional de los Derechos Humanos

Celebramos, el 24 de octubre de cada año, el “Día Nacional de los Derechos Humanos” en Honduras, lo que, con mayor urgencia ante las sucesivas crisis que experimentamos, nos lleva a reflexionar sobre aspectos esenciales en nuestras vidas, y en la sociedad y el Estado, de los cuales somos parte.

Las hondureñas y hondureños experimentamos repetidas crisis que a todas y todos nos afectan y que, en apariencia, se presentan aisladamente las unas de las otras, pero, en verdad, todas ellas responden a causas, estructuras y procesos desatendidos por nuestros predecesores, nosotros mismos y los representantes que hemos elegido, a lo largo de nuestra historia republicana.

Entre esas causas, estructuras y procesos desatendidos destacan la pobreza, la desigualdad, la pérdida progresiva de nuestros recursos naturales y riquezas así como su utilización irracional ( lo que nos ha privado inclusive del derecho que tenemos como pueblo a nuestros propios medios de subsistencia); y la insuficiente incidencia del funcionamiento de la institucionalidad, pública y privada, en el fin constitucional supremo de la sociedad y del Estado, que es proteger y respetar la dignidad humana de todas y todos los habitantes de Honduras.

Esa situación ha sido favorable caldo de cultivo para la corrupción e impunidad, la violencia social, el aumento de delincuencia, entre ella la narcoactidad, y, todo ello, evidencia nuestra fragilidad a las crisis y a los desastres provocados tanto por fenómenos naturales, como por nosotros mismos.

En consecuencia, no podemos ni debemos negar que, de esos factores estructurales y coyunturales de las crisis que afectan repetidamente nuestras vidas individuales y familiares y de la mayoría de nuestro pueblo, los responsables somos las sucesivas generaciones de hondureñas y hondureños que conformamos la sociedad y el Estado, quienes ahora debemos reconocer los espacios vitales abandonados, por error o falta de voluntad de participar, y de los cuales debemos, en adelante, ocuparnos como principales responsables de la situación actual.

Ello nos lleva a reflexionar sobre la dignidad y los derechos humanos de las personas, de quienes aquí estamos y del pueblo, en su conjunto. Para ello, es necesario abrir nuestras mentes a los pensamientos positivos que permitan descubrir que, en Honduras, todos somos hermanos cercanos, lo somos nosotros, nuestros familiares, nuestros compañeros y compañeras de trabajo, las personas que viven en nuestras comunidades, en fin, la población de toda Honduras y nuestros migrantes.

El fundamento de esa hermandad cercana es real, porque todos somos seres humanos y, por ese solo hecho, tenemos igual dignidad humana y libertad para tomar nuestras propias decisiones, sin ser el instrumento de otros, y buscar lícitamente nuestro bienestar y el respeto que ameritamos, respetando igual libertad de las demás personas.

Aúnn cuando todos tenemos igual dignidad y libertad, cada una y uno de nosotros es un ser humano único, diferente de los demás y, como tal, merece igualmente ser respetado en lo que piensa, lo que busca realizar y espera legalmente lograr, a lo largo de toda su vida.

Esa dignidad y libertad es lo que justifica la vida en sociedad para que, todas y todos, podamos gozar de condiciones básicas de vida digna y posibilidades de prosperar. La sociedad, a su vez, está organizada como Estado constitucional. Por lo cual la protección, respeto y promoción de esa dignidad es el fin supremo tanto del Estado, como de la misma sociedad; y ambos deben contribuir a su efectividad.

Con ello se prueba que, como seres humanos, todos tenemos derecho a vivir con dignidad y tener el reconocimiento de la sociedad y del Estado para que ese derecho sea real y verdadero.

Por ello, en esta ola de crisis sociales y políticas, debemos favorecer y contribuir, al diálogo social y político, para que el Estado y la sociedad se comprometan firmemente con políticas que expresen clara y determinadamente que su fin exclusivo es fomentar y crear posibilidades y oportunidades para que los hondureños y hondureñas puedan vivir con dignidad, en Honduras, y que la sociedad no sólo sea veedora sino que participante activa para generar esas posibilidades y oportunidades, en lo cual importa mucho que el sector empresarial asuma plenamente sus responsabilidades en el cumplimiento de los derechos humanos en Honduras, como una Patria por todas y todos compartida.

Ello es así, porque sólo saldremos de la deprimente situación en la cual nos encontramos como pueblo, si iniciamos ya el cambio social hacia una Honduras realmente democrática, donde se proteja y respete los derechos humanos de cada uno y una de sus habitantes, y prevalezca la tolerancia, la pluralidad de ideas, la diversidad, la armonía social, la paz, la unidad o cohesión social, y la acción solidaria por la seguridad humana y eldesarrollo sostenible para el logro del mejoramiento progresivo de la calidad de vida y de trabajo de las hondureñas y hondureños, y, con ello, lograr el bienestar individual, familiar y de la comunidad local y nacional.

En esa dirección, es individual y socialmente útil empoderarnos y comprender la importancia de defender nuestros derechos humanos y respetar los derechos humanos de los demás, y que el Estado nos proteja y respete a todas y todos los habitantes, y la sociedad contribuya a ello, facilitándonos recorrer juntos el camino verdadero y seguro para poder convertir en realidad los sueños de cada uno de triunfar, vivir dignamente en democracia, desarrollo y libertad.

– Algunos se preguntarán ¿Cómo va a ser posible lo que se nos dice sobre cambio social, cuando la realidad de hoy es que la mayoría de la población hondureña ha nacido y vive en la pobreza y desigualdad?

La respuesta es que la pobreza y desigualdad han sido generadas y mantenidas por voluntades y hechos humanos que vulneran nuestra dignidad. Por lo que debemos luchar para superarlos y podemos lograrlo con voluntades y nuevos hechos humanos de justicia económica y social que nos abran oportunidades suficientes, en especial para los pobres o más vulnerables, de gozar de sus derechos humanos, construyendo solidariamente seguridad humana y desarrollo sostenible, con beneficios equitativos para todos.

Puedo afirmar contundentemente que, con fe, voluntad y esfuerzos solidarios, es posible lograr lo que parece imposible a quienes no creen en el valor y utilidad de sus propios esfuerzos, ni en el de los demás. Hay evidencia de que lograrlo depende de nuestras propias iniciativas y esfuerzos y que motivemos, en el mismo sentido, a nuestras familias, nuestras comunidades y a la gente que conocemos, y que empoderemos a los demás compatriotas con igual finalidad, para que, todas y todos, avancemos juntos por la ruta de la dignidad y el bienestar.

En esa dirección, además de nuestras actividades habituales, entre ellas, atención de las quejas, supervisión de la actuación de las autoridades, inspecciones, capacitaciones, acompañamientos, mediaciones, atención especial a las personas y los grupos en condición de vulnerabilidad, elaboración de informes anuales y especiales con recomendaciones, y constantes contactos con el sistema internacional de protección de los derechos humanos: el CONADEH promueve, desde el 2014, la cultura democrática y educación en derechos humanos, a lo largo de toda la vida de los hondureños y hondureñas; y, desde el 2016, la “Estrategia de Seguridad Humana para el Desarrollo Local Sostenible: Municipios de Bienestar Solidario”

“Municipios de Bienestar Solidario”, al 2019, es ya un proceso de cambio social, pacífico, real y concreto en comunidades municipales que han expresado su voluntad de trabajar solidariamente para convivir armónicamente en paz y libertad, sin pobreza ni violencia, ni exclusión o discriminación alguna; con oportunidades de empleo productivo y trabajo decente y con posibilidades de bienestar para todas y todos; y que esa convivencia se garantice así, por las autoridades, en un marco de gobernabilidad democrática perdurable; y con la contribución necesaria de la sociedad, incluyendo el sector privado, en el desarrollo sostenible de los municipios.

Este proceso se desarrolla en 36 municipios, en dos municipios de cada uno de los 18 departamento de Honduras, en los cuales ya se están produciendo buenas prácticas y resultados sociales significativos.

La noticia más reciente es que esa estrategia y el cumplimiento debido del proceso, en todos los municipios de Honduras, ha sido declarado como acción prioritaria del Estado de Honduras y como parte de la política de transparencia, integridad de la gestión pública y lucha contra la corrupción, en el IV Plan de Acción de Estado Abierto: Honduras 2018 – 2020. Esperamos que esa declaración se traduzca en acciones de apoyo real a la consolidación de los actuales “Municipios de Bienestar Solidario” y a la ampliación de los mismos en todo el territorio nacional. En todo caso, el cambio social, pacífico y real, ya está en marcha y seguimos avanzando por esa ruta, enarbolando el estandarte de la dignidad humana. Llamamos, a toda la hondureñidad, a unirnos y participar solidariamente para que todos los municipios de Honduras, lleguen a ser “Municipios de Bienestar Solidario”.

Bajo la inspiración de los derechos humanos que son también medios que hacen, de cada uno de nosotros, agentes del cambio social: doy por inauguradas las actividades extraordinarias del Día Nacional y de la Semana de los Derechos Humanos. Actividades cuya realización, este año, ampliaremos hasta el 10 de diciembre “Día Internacional de los Derechos Humanos”, y 71 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, por lo cual, desde hoy convocamos, en esa misma fecha, a la celebración del” Segundo Encuentro Nacional de los Municipios de Bienestar Solidario”.

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