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Del descontrol de la música electrónica a la fantasía de los cuentos de hadas

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Sao Paulo – Los tiempos en que la música electrónica era dominio de la cultura underground son historia. Ahora los disyoqueis pinchan entre flores y setas gigantes como las que inundaron el escenario del festival «Tomorrowland» (la Tierra del Mañana), que dio en Brasil hoy el pistoletazo de salida a su primera edición en Latinoamérica.

A las 14:00 h. en punto de la tarde miles de locos de la electrónica se apelotonaban bajo un arco iris inflable para intentar poner el pie en la Hacienda Maeda, el recinto de 1,2 millones de metros cuadrados en Itú, municipio a unos 100 quilometros de la ciudad de Sao Paulo, donde se celebra el festival.

Aguantando el fuerte sol que desafiaba las previsiones de frío esperadas para todo el fin de semana, los aficionados más incondicionales, calentando motores desde anoche en el campamento Dreamville (villa del sueño), enloquecían al traspasar los controles.

Algunos con plumas de indio, otros con purpurina en el cuerpo, con cabezas de caballo o vestidos de vaquero… cualquiera que fuese el disfraz escogido para la ocasión, todos llegaron preparados para perderse en «La Tierra del Mañana».

Un territorio fantástico que hasta el domingo recibirá a 180.000 personas y en el que «gigantes» con zancos y cubiertos de rosas blancas lanzan papeles de colores; en el que crecen plantas colosales y en el que surgen de la hierba bastones de caramelo.

La cuidada escenografía circense es responsable por la mitad del éxito de este olimpo de la electrónica, que reunirá hasta el domingo un consolidado podio de DJ, encabezado por los holandeses Hardell, Afrojack y Armin Van Buuren, el francés David Guetta, el estadounidense Steve Aoki y el griego-sueco Steve Angello.

Esta primera división de pinchadiscos dirigirá los mandos del escenario principal, presidido por el ya famoso «El libro de la sabiduría», abierto sobre otros inmensos tomos y de cuyos lomos crecen plantas y se abren ventanas. Una estructura traída desde Bélgica exclusivamente para la ocasión.

Pero la programación, con 150 artistas en cartel, cuenta con seis palcos más. Algunos juegan, como Alicia en el País de las Maravillas, con espejos mientras otros traen el decorado de un gran teatro e, incluso, enormes nenúfares que disparan agua.

Con más de una veintena de espacios, en los que la hierba ha ganado la batalla al asfalto predominante en la mayoría de festivales, el toque brasileño lo pone el escenario del DJ Markey, la estrella nacional, cuyo palco reproduce una playa, con arena en el suelo e imágenes de amanecer en el mar.

Fuegos artificiales, fuentes y una gran dosis de inspiración «New Age» bañan el lema «ayer es historia, hoy es un regalo y mañana es un misterio» que impregna a este espectáculo de EDM, como se conoce a la música electrónica-dance.

Un mundo de ensueño que nació de la mano de los hermanos Beers en 2005 en la localidad belga de Boom, inspirado en el neerlandés Mysteryland, y que saltó en 2013 a la norteamericana ciudad de Atlanta dos años después de haberse adjudicado el premio al Mejor Festival por los «International Dance Music Awards».

Con radio, periódico y moneda propia -el token-, «Tomorrowland» Brasil estaba preparado para disparar las pulsaciones del público latinoamericano que, enloquecido por la adrenalina, soñó con un viaje hacia la electrónica tierra de las hadas.

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