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De Borges y Everett: Universos paralelos

Por: Armando Euceda

En la primavera de 1979, en la Universidad de Texas en Austin, después de asistir a un Coloquio de Física tuve la suerte de compartir el ascensor con el profesor Bryce DeWitt, un extraordinario físico, estudioso y emblemático especialista en el campo de la gravedad cuántica.

El profesor DeWitt acababa de deleitar a un grupo de profesores y estudiantes que habíamos asistido al Coloquio con la exposición de una idea que -en 1957, en aquel momento y hoy- estremece las neuronas de físicos, matemáticos y filósofos: existe una interpretación de la mecánica cuántica en la cual coexisten universos múltiples.

Con la prudencia requerida me atreví a felicitar al profesor DeWitt por su participación en el coloquio, mostrándole a su vez asombro por lo novedoso de la idea de la interpretación de los múltiples mundos. Me contestó el halago con una sonrisa, pero antes de salir del ascensor me preguntó si yo era de América Latina. Después de mi afirmación –en el preciso instante en el que se disponía a salir del ascensor- me dijo: “cómo eres latinoamericano y estudias física te recomiendo que leas a Jorge Luis Borges… lee ‘El Jardín de Senderos que se Bifurcan’. Te aseguro que ese será tu cuento favorito y Borges será tu escritor preferido.”

La interpretación de los múltiples mundos de la mecánica cuántica fue formulada matemáticamente por Hugh Everett en 1957 como tesis doctoral en la Universidad de Princeton en New Jersey. Posteriormente, Everett publicó un libro con el mismo nombre y la presentación o el prólogo del mismo fue escrito por el Profesor DeWitt; en la última página del prólogo, Dewitt cita –precisamente- el párrafo de cierre de “El Jardín de Senderos que se Bifurcan”, cuento en el cual,Borges utiliza -desde la creatividad literaria- la figura de los múltiples mundos que Everett desarrolla con herramientas de la física contemporánea.

Es bueno refrescarnos la memoria: Si bien Everett publica en Princeton su idea atrevida acerca de los múltiples mundos en 1957, Borges publica en 1941, en Buenos Aires, El Jardín de Senderos que se Bifurcan como parte de su libro Ficciones. Si la idea de Everett estremece, igual sorpresa causa la creatividad de Borges que anticipa desde la sístole de las humanidades a la diástole de las ciencias exactas y naturales.

Los estudiantes de física siempre tuvimos la duda acerca de si el escritor argentino conocía los fundamentos de la mecánica cuántica al momento de escribir El Jardín de Senderos que se Bifurcan, duda que se disipó un día en Buenos Aires -cuentan unos- o en Inglaterra –escriben otros- cuando alguien le preguntó si “sabía física”, a lo que el escritor universal contestó con una sonrisa: “Con dificultad entiendo algo del barómetro”.

Debo confesar que después de más de tres décadas, desde aquella brevísima conversación inolvidable en un ascensor en Austin, aun –y para mi agrado- sigo fascinado con esos múltiples universos a que el profesor DeWitt se refirió.

A eso agreguemosel laberinto borgeano que el escritor argentino nos heredó en su jardín de creatividad literaria: Las Ruinas Circulares, El Evangelio según Marcos, La Intrusa, El Aleph y, desde luego, su poema Ajedrez, que -quizás- en uno de esos universos conjuga en su tablero de jugadas infinitas, la batalla intelectual entre azar y causalidad, entre razón y fe, entre humanidades y ciencia, entre el ciudadano y el consumidor. Más de Armando Euceda. Aquí…

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