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Costa Rica se apresta a cerrar la campaña electoral más atípica

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San José – Costa Rica se apresta a cerrar la próxima semana la campaña electoral más atípica que se recuerda con la celebración de la segunda vuelta de las presidenciales el próximo 6 de abril, con un candidato que recorre el país en busca de votos y otro totalmente ausente.
 

A inicios de marzo, el candidato del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), Johnny Araya, decidió retirarse de la campaña ante la falta de dinero en su partido y porque consideraba imposible revertir la tendencia al alza de su rival del centro izquierdista Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís.

Desde entonces, Araya se alejó del ambiente electoral y ha aparecido en los medios unas pocas veces, mientras su partido continuó movilizando sus bases, pero sin una figura clara de liderazgo y sin publicidad.

La Constitución Política prohíbe las renuncias a las candidaturas, por lo que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) está obligado a realizar la segunda vuelta, en la que incluso Araya podría convertirse en presidente, sí así lo decide la votación.

Esta situación inédita en los procesos electorales de Costa Rica le ha bajado el tono a la campaña, ya que previamente a la segunda ronda no se han realizado debates, no se ve propaganda masiva en medios de comunicación y las discusiones en redes sociales cada vez son menos.

Algunas figuras de los dos partidos en contienda han calentado el debate sobre asuntos polémicos como el combate al déficit fiscal, pero nada que se parezca a un cara a cara entre candidatos.

Solís continuó recorriendo los pueblos en diversas zonas del país en busca de alcanzar la meta de un millón de votos en la segunda vuelta, una cifra que representa la tercera parte del padrón electoral.

Es un número ambicioso que se ha fijado el PAC como una manera de garantizarle legitimidad a un probable Gobierno de Solís, un historiador y experto en ciencias políticas.

Las «caravanas de la alegría» han sido el punto fuerte de la campaña del PAC. En estas, el candidato camina por los barrios, saluda a los vecinos y por momentos corre acompañado por una banda de música popular conocida en el país como cimarrona, que ameniza el baile de las mascaradas.

El gran reto de Solís es combatir el abstencionismo y obtener más votos en las tres provincias costeras del país: Limón (Caribe), Guanacaste y Puntarenas (Pacífico), en las que obtuvo muy poco apoyo en la primera ronda del pasado 2 de febrero.

Aunque todo pareciera indicar que Solís se encamina a la victoria, el candidato no lo quiere ver así y ha seguido enfatizando en la necesidad de que la gente salga a votar para sacar del poder al «continuismo que todavía no se ha ido», en referencia al PLN que ya suma dos gobiernos consecutivos con Óscar Arias (2006-2010) y Laura Chinchilla (2010-2014).

Además, Johnny Araya dijo hace algunos días que si ganara las elecciones «respetaría la decisión del pueblo» porque sigue siendo candidato, aunque se ausentara de la campaña.

Este atípico proceso electoral tuvo otros matices antes de la primera ronda, como el gran fallo de todas las encuestas que le daban a Solís un cuarto lugar entre los 13 aspirantes, con menos de un 15 % de apoyo.

El 2 de febrero, Solís daba la sorpresa al ganar con un 30,64 % de los votos, apenas por encima de Araya, quien logró un 29,71 %, ambos lejos del 40 % necesario para consagrarse como presidente.

Una encuesta de la Universidad de Costa Rica reveló unos días después que un tercio de los votantes definió su apoyo a un candidato en la semana previa a los comicios y que los debates, en los que Solís se vio muy seguro, fueron un factor importante para decantarse.

Otro punto atípico de este proceso electoral, es que si finalmente Solís se convierte en presidente, deberá realizar un gran esfuerzo para lograr alianzas para el avance de sus proyectos en el Congreso, pues su partido solo obtuvo 13 de los 57 escaños.


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