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Caravana de la desesperanza

Por: Luis Cosenza Jiménez

Recientemente la conciencia nacional ha sido profundamente sacudida por la masiva caravana de compatriotas que han decido migrar a Estados Unidos.

Manifestando su desesperanza por el futuro que nuestro país les ofrece, alrededor de cuatro mil personas, incluyendo mujeres, niños, adultos mayores y hasta personas en sillas de ruedas han decidido trasladarse a pie, en rastras y automóviles, hasta Estados Unidos. En vano han sido los llamados de la portavoz de la Embajada de Estados Unidos para que los migrantes cesen en su afán por ingresar a Estados Unidos. La desesperanza y el sentido de seguridad que les proporciona ser parte de la multitud les impulsa en su odisea. Duele mucho ver la desesperanza de nuestros compatriotas. No puedo dejar de pensar que hemos fracasado como sociedad y como país. De cualquier forma, e independientemente de lo que pensemos del éxodo, siento que estamos frente a un evento extraordinario que marcará para siempre la historia de nuestro país. Permítanme explicar por qué.

Es evidente que el número de personas involucradas en la caravana convierte el evento en algo extraordinario. Además de proporcionar un sentido de seguridad, la multitud ha podido avasallar las fuerzas de la policía de Guatemala y están a punto de hacer lo mismo en México. Además, la solidaridad que han encontrado en Guatemala y en México les ha facilitado el trayecto. Han recibido albergue, alimentación y hasta servicios médicos gratuitos. En México el Presidente Electo, AMLO, ha ofrecido otorgarles visas para que puedan trabajar. Eso, por supuesto, no implica que encontrarán empleo, mucho menos empleo bien remunerado ya que el salario mínimo de México es una cuarta parte del que rige en Honduras, pero la oferta sirve para alimentar la esperanza de quienes integran la caravana. Si la caravana concluye sin violencia, sin derramar sangre, y si por lo menos algunos logran visas de trabajo en México y si otros logran ingresar a Estados Unidos, seguramente que periódicamente veremos caravanas similares en el futuro.

Muchos se han dedicado a identificar a los organizadores y promotores de la caravana e insisten en asignarle un cariz político que busca desprestigiar el gobierno de Honduras. Otros suponen que el crimen organizado, incluyendo a quienes se dedican al tráfico de personas y de drogas, está apoyando y financiando la caravana. En Estados Unidos el Presidente Trump culpa al partido Demócrata, mientras que otros señalan al multimillonario estadounidense, George Soros, de financiar la caravana mediante una ONG que promueve un mundo sin fronteras. Sea como sea, lo cierto es que la caravana no habría sido posible si no existiera un fértil caldo de cultivo en nuestro país. Nuestro fracaso, como sociedad y país, para generar esperanza en nuestra población es la verdadera causa del éxodo.

Si bien a mi juicio la caravana no tiene un origen político, seguramente que será usada políticamente. En Estados Unidos el Presidente Trump la usará para motivar a sus seguidores para que voten masivamente en las elecciones a celebrarse a inicios del próximo mes y que servirán para renovar parte del Congreso de Estados Unidos. En nuestro país se la empleará para ignorar la verdadera causa del problema. Mientras la clase política se dedique a asignarse culpa en la organización de la caravana podrán ignorar el verdadero problema, cual es la falta de oportunidades y de esperanza para nuestra gente. Y ese fracaso es responsabilidad de la clase política. Mientras los marchantes avanzan, nuestra nación sigue inmersa en la corrupción, la ineptitud, la banalidad y la trivialidad. Como reiteradamente he dicho, sino no renovamos la clase política, si no adoptamos un sistema que no lleve a la concentración de la riqueza en unas pocas manos, si no convertimos a la persona en el fin último de nuestras políticas, no generaremos esperanza y seguiremos expulsando a nuestros compatriotas.

No hay duda que la caravana afectará negativamente nuestra relación con Estados Unidos y con Guatemala y México. Ya el Presidente Trump ha amenazado con cancelar la ayuda económica que Estados Unidos concede a nuestro país. Somos un país muy vulnerable y mucho más daño nos causaría si opta por gravar las remesas o nuestras exportaciones. Por otro lado, nuestra imagen internacional ha ido de mal en peor. Además de ser un país violento, pobre, donde priva la corrupción y el narco tráfico, ahora se nos conocerá como un país que expulsa a sus ciudadanos. ¡Qué triste panorama!

Resta todavía por ver como concluirá la caravana. Gracias a Dios, hasta el momento no ha habido violencia, ni derramamiento de sangre. No obstante, el reto más grande radica en atravesar México y luego ingresar a Estados Unidos. Usualmente ese último trayecto ha sido el más difícil y doloroso. Roguemos porque en esta ocasión prive la razón, el respeto a la ley y a los derechos humanos, y que por muy difícil que se vea, todo concluya con un mínimo de dolor y sin derramar sangre. Por nuestra parte, a quienes seguimos viviendo en nuestro país, nos corresponde seguir insistiendo en la renovación de la clase política. Caso contrario, llegaremos al extremo que señalaba José Martí, cuando decía que cuando los pueblos migran, los gobiernos sobran. Al paso que vamos, podremos decir que hemos vencido la pobreza porque todos los pobres habrán migrado. ¡Recuperemos nuestro país! ¡Exijamos la renovación de la clase política!

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