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CAF

Luis Cosenza Jiménez

La Corporación Andina de Fomento nació como consecuencia de la Declaración de Bogotá en 1966 y comenzó a operar en 1970.  Sus socios fundadores fueron Colombia, Chile, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia y fue domiciliada en Caracas. La CAF creció y se fortaleció gracias a Enrique García, un boliviano que trabajaba en el BID y quien aceptó convertirse en el Presidente Ejecutivo de la CAF. 

La Corporación creció mucho bajo el liderazgo de Enrique y actualmente cuenta como miembros a 18 países latinoamericanos y caribeños, además de España y Portugal, más trece bancos privados.  Dispone de un capital máximo autorizado de quince mil millones de dólares y actualmente tiene 13 oficinas en igual número de países.  En nuestra región centroamericana solo El Salvador,  Costa Rica y Panamá son miembros.  Seguramente mis estimadas lectoras sabrán de la polémica que se ha desatado en nuestro país porque el gobierno ha decidido que Honduras debe ser miembro de la CAF. 

La discusión ha sido totalmente en el ámbito jurídico y se ha centrado en la ratificación o no del Acta de la sesión del Congreso en la cual se votó a favor de la adhesión de Honduras a la CAF.  Lamentablemente se ha ignorado el tema de fondo, cual es si esa adhesión es conveniente o no para nuestro país.  Analicemos la situación para que los lectores puedan llegar a sus propias conclusiones.

Comencemos por recordar que la CAF es un ente financiero multinacional, al estilo del Banco Mundial, el BID y el BCIE.  El Banco Mundial apoya el desarrollo de sus países miembros en vías de desarrollo en todo el mundo, el BID hace lo mismo pero solo financia a países en vías de desarrollo ubicados en nuestro continente y el BCIE procede de igual manera pero solo atiende las necesidades financieras de los países centroamericanos, Panamá, Belice y República Dominicana.  La CAF solo financia a los países latinoamericanos y caribeños que se han adherido a la Corporación.  Todos estos bancos de desarrollo captan recursos en los mercados internacionales de capital a bajas tasas de interés, gracias a su fortaleza financiera certificada por la agencias calificadoras, S&P, Moodys y Fitch.  Esos recursos son luego prestados a los beneficiarios de cada institución a una tasa un poco más alta que la que los entes financieros obtuvieron en los mercados de capital, que en todo caso resulta más baja que la que los países pagarían si ellos recurrieran directamente a los mercados de capital.  A estos recursos se les llama “capital ordinario” para diferenciarlo del “capital especial” que consiste de recursos más baratos y que no se captan en el mercado de capitales.  Esos recursos son donados por los países desarrollados y conforman lo que conocemos como “fondos blandos” o “fondos concesionales”.  Tanto en el Banco Mundial, como en el BID, el principal donante de esos fondos es Estados Unidos.  Ni la CAF, ni el BCIE, cuentan con Estados Unidos entre sus miembros y por tanto ninguno de estos dos entes cuenta con fondos concesionales.

Ahora bien, las agencias especializadas que antes mencionamos han asignado una nota de AA- a la CAF y de AA al BCIE.  La nota más alta que se puede lograr es AAA y nuestros países típicamente andan en B o BB.  La calificación del BCIE es ligeramente mejor que la de la CAF, lo cual quiere decir que el BCIE puede obtener recursos a un costo ligeramente más bajo que la CAF.  Lo que debe quedar claro es que la adhesión a la CAF no producirá recursos más baratos que los que el BCIE aporta a la región.  Si esto es así, ¿no nos convendría más fortalecer a nuestro banco para que pueda traer más recursos a la región?

Recordemos que los países fundadores del BCIE, los cinco que integran la Centroamérica que todos conocemos, tienen control del Banco, y, actuando con madurez y prudencia, pueden convertir al BCIE en su mecanismo predilecto para captar recursos en los mercados de capital, que luego pueden ser trasladados a los países para apoyo presupuestario, entre otras cosas.  En la CAF nuestros países estarán en una posición minoritaria.  Seguramente que los intereses de Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela prevalecerán por sobre los nuestros.  En nuestro Banco somos líderes; en la CAF seremos obedientes seguidores.  Hasta donde yo puedo ver, la CAF no aportará más que lo que el BCIE ya nos da.  Cuidemos nuestro Banco y fortalezcámoslo.  En lugar de usar nuestro dinero para comprar acciones de la CAF, usémoslo para ampliar el capital de nuestro Banco. Hagamos una pausa en la discusión jurídica en la que nos hemos enfrascado y veamos pragmáticamente qué nos conviene.  Mi madre siempre me dijo que era mejor ser cabeza de ratón, que cola de león.  Hagámosle un bien a nuestro país y a nuestra región.

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