Tegucigalpa – Cada barrio de Tegucigalpa encierra una verdadera historia. Buenos Aires, La Leona, Las Delicias, los Dolores, la fuente y la Ronda, más aún, en esas zonas de empinadas calles y angostos callejones se han tejido historias y retazos del devenir de los tiempos en la capital hondureña.
Durante el siglo XIX el crecimiento urbano de Tegucigalpa, fundada en 1578 como Real Minas de Tegucigalpa y tras varias etapas propias del crecimiento de las urbes llega a ser en 1937, capital del Distrito Central, antes de ello fue Distrito Federal de la República Centroamericana por un período relativamente corto.
En medio de las vorágines políticas de la época, la ciudad se expandió producto de la importancia económica y política.
Las minas, su actividad comercial y el entorno, hicieron que la ciudad creciera rápido.
La famosa vuelta del Perro Ahorcado.En la medida que el auge de la ciudad se profundizaba, muchos pobladores se vieron obligados a salir del centro, cada vez más poblado, para extender sus casas a las partes altas, propias de la irregular geografía de la capital hondureña.
Majestuosa fotografía de Buenos Aires
por la noche.Fue así como la magnífica zona de La Leona y Buenos Aires, ubicados al pie del cerro El Picacho, fueron cobrando vida y convirtiéndose en zonas residenciales refinadas, donde gran parte de los intelectuales, políticos y hombres de negocios fijaron sus residencias y, además, sus santuarios de discreta diversión.
Buenos Aires, cuyo nombre va ligado al frescor envolvente de su clima, es desde su fundación una de esas zonas que guardan reminiscencias de la vieja Tegucigalpa, y aunque el paso del tiempo fue cambiando el barrio, sus construcciones, sus calles, la vieja Iglesia, sus tradiciones y los mayores que aún lo habitan, siguen guardando algo de su encanto.
El historiador, Edgar Soriano Ortiz detalló que el barrio Buenos Aires se fue poblando en la época del general Tiburcio Carías Andino: en sus inicios eran casas de campo, periféricas y las construían para tener terrenos amplios, con solares grandes, relató.
Como los barrios Buenos Aires, La Leona, La Fuente y Los Dolores, también surgieron en Tegucigalpa la colonia Palmira y el barrio La Guadalupe que datan de los años 30 y 40 en plena época de la administración Carías Andino. Fueron zonas donde la se apostó la clase media, profesionales, gente que tenía un nivel universitario. “Es por eso por lo que vemos en esas colonias descendientes de personalidades que vivieron en esas épocas”, anotó el historiador en conversación con Proceso Digital.
Habitantes de Buenos Aires
En Buenos Aires vivieron personalidades, como Carlos Hargtlin, compositor de la música del Himno Nacional de Honduras. Él habitó en una zona del barrio que actualmente se conoce como El Bambú.
También habitaron allí colaboradores cercanos al gobierno del general Carías, como el famoso comandante Tomás Martínez, apodado como Tomás Caquita.
El sitio conocido como el Bambú.Y fue el barrio Buenos Aires el lugar donde moró largamente uno de los alcaldes más queridos de la ciudad, César Castellanos, quien falleció trágicamente durante las labores de socorro en medio del Huracán Mitch.
Otros de los habitantes más conocidos del Barrio Buenos Aires fueron la familia Pineda Ugarte, descendientes del arquitectito Rodolfo Pineda Ugarte, uno de los maestros de la arquitectura que contribuyó a transformar la ciudad.
En el Barrio Buenos Aires fue donde funcionó en sus inicios la primera universidad privada del país, la José Cecilio del Valle, fundada y rectorada por la primera mujer ingeniera del país, Irma Acosta de Fortín.
El historiador Soriano Ortiz recuerda la famosa mansión Villa Roy, donde habitó el presidente Julio Lozano Díaz y su esposa doña Laura Vigil, quien dejó ese bien como un legado histórico para el fomento de la cultura y las artes en la ciudad.
Destacó que en la zona también moró el poeta Óscar Acosta, más cerca de la también histórica calle La Fuente.
Otros destacados personajes como el autor de la letra del himno nacional, Augusto C. Coello y el poeta José Adán Castelar sentaron sus residencias en Buenos Aires.
San José de la Montaña
San José de la Montaña, es un templo católico majestuoso, se aprecia al final de la cuesta principal que desde el Barrio Los Dolores conduce hasta el templo, luego de subir las empinadas escalinatas, en lo más alto del barrio Buenos Aires.
La Iglesia San José de la Montaña.Esta iglesia es de las más tradicionales con una mezcla de señorío y humildad, es un templo vivo y arquitectónicamente admirable. Fue forzadamente remodelado en los años 80, debido a daños severos en su estructura originaria a base de madera.
La Leona, enclave europeo en la capital
En el contexto de la amalgama de los primeros barrios capitalinos, está La Leona que fue poblado por alemanes, de hecho, le llamaban barrio Berlín, allí residían los Walther y los Hunger, por ejemplo, y se fue poblando en los años 40 y 50 era un barrio donde vivían los más acomodados de Tegucigalpa hasta los años 70 y 80 explicó el historiador.
Símbolo de La Leona.Agregó que a esta fecha todavía quedan algunas rancias familias que viven en la cuesta Lempira.
Los yacimientos de minerales preciosos hicieron de Tegucigalpa un atractivo y fue precisamente esta actividad la que originó el primer asentamiento europeo, el que se ubicó en las faldas del Cerro Sapusuca (hoy La Leona).
Calle la Fuente
Gradas Las Fuentes.De igual forma la calle de La Fuente, que es una extensión de Buenos Aires y que se cruza con La Leona, completa ese trecho geográfico e histórico de la Tegucigalpa que surgió y pasó del emporio minero a ser lo que en la actualidad: un centro político, cultural, religioso y de gran actividad económica.
Soriano Ortiz, detalló que La Fuente es una calle de la época colonial, cuyo nombre se deriva de dar origen a varios nacimientos de agua.
Sus construcciones de piedra rosada y su clima aun fresco, pese a los efectos del cambio climático, son parte de sus características. Allí residió uno de los periodistas más renombrados del país, Paulino Valladares.
Calle La Fuente.En los barrios Buenos Aires, La Leona o en la calle La Fuente, Tegucigalpa guarda grandes historias que pueden ser reeditadas en la mente de las nuevas generaciones, al apreciar la arquitectura, sus calles, sus tempos, parques y especialmente, al conversar con los viejos pobladores que atesoran parte de las historias que no se han registrado y deben ser conservadas.
{gallery}imagenes/galeriaBA{/gallery}
