Con cerca de un millón de descargas en menos de un mes en Corea del Sur, la app «Corona 100m» es ya la más utilizada por los usuarios, aunque otras como «Corona map» o «Corona Alert», también permiten saber donde están los enfermos por coronavirus.
Este tipo de aplicaciones, sin embargo, son específicas de Corea del Sur y no sirven fuera del país, dado que funcionan con datos públicos de salud coreanos y para exportarla tendría que ser adaptada a la información oficial de ese país.
Para funcionar, la app utiliza un sistema que se conoce como ‘geofencing‘, que lanza un aviso al entrar en una zona delimitada en un mapa.
«Es como poner una valla virtual alrededor de un punto. El móvil tiene que tener los servicios de localización activados y, cuando detecta la entrada en una zona acotada, te lanza un aviso. La zona puede ser del tamaño que se prefiera», explica el profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación y subdirector de Investigación del eLearn Center, Antoni Pérez-Navarro.
Así, la aplicación te puede informar de un caso detectado en un edificio en tal fecha, o de que en la zona hay un centenar de casos, o cualquier otro dato público disponible, «siempre con una supervisión oficial detrás» porque si los propios usuarios pudieran marcar puntos, podrían darse «situaciones no deseadas», advierte el experto.
«Podría darse el caso de que hubiera usuarios marcando a empresas de la competencia como zonas de riesgo» o que se manipulasen los datos para alterar el precio de la vivienda en una zona», «de ahí la importancia de usar datos oficiales», subraya.
Pero, aunque los datos sean oficiales, ¿es ético?. Para Pérez-Navarro es difícil de decir: «En un caso como este, en el que la prioridad es frenar o, al menos, ralentizar el número de contagios y el avance de la enfermedad, si se consigue que las personas no vayan a las zonas donde podrían infectarse, podría ayudar».
En realidad, opina este experto, «es un confinamiento ‘inteligente’ porque te ayuda a no pasar por zonas de riesgo», un acto de «responsabilidad individual» que beneficia a la mayoría, a toda una sociedad inmersa en una crisis sanitaria colectiva.
Este tipo de aplicaciones, de hecho, no son nada nuevo. En el Centro de Investigación del eLearn Center, desarrollaron una app para promocionar comportamientos seguros en colectivos en riesgo de contraer el VIH.
«La aplicación permitía a estos colectivos indicar sus sitios de contactos y les recomendaba utilizar el preservativo cuando se acercaban a los mismos. Estaba supervisada por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, que certificaba la veracidad de la información compartida y también atendía las preguntas de los usuarios», detalla Pérez-Navarro.
Esta aplicación, sin embargo, utilizaba datos facilitados voluntariamente por los propios usuarios, del mismo modo que hacen las app de contactos.
En su primera versión de prueba, la app se empleó en la ciudad de Talca, en Chile, para avisar de las zonas en que había virus Hanta, algo parecido al Corona 100m, concluye el experto.