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Acnur: La creciente violencia alienta desplazamiento forzado en Centroamérica

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Panamá – Escuelas convertidas en «terreno fértil» para el reclutamiento de las pandillas; el miedo a caminar por las calles y ver algo que se convierta en una «sentencia de muerte», o terminar trabajando para pagar extorsiones son motivos que empujan cada vez más a miles de habitantes del norte de Centroamérica a huir y pedir refugio en otros países.

Esos son algunos de los testimonios de desplazados forzados que ha recogido la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en albergues ubicados, por ejemplo, en la frontera entre Guatemala y México, relató hoy a Efe la directora de Comunicación para las Américas de esa agencia de la ONU, Francesca Fontanini.

Este martes Acnur informó que el número de centroamericanos solicitantes de asilo en el mundo aumentó un 58 por ciento en 2017 con respecto a 2016, y llegó a más de 294.000 personas.

Muchos de los solicitantes son mujeres con hijos, o niños no acompañados o separados de sus familias, y según sus testimonios, están huyendo de una violencia que cada vez «es más fuerte, que se pone más dura», dejándoles encerrados en un círculo sin salida.

«Las escuelas se están convirtiendo en terreno fértil para el reclutamiento, los niños deben dar muchas vueltas para llegar a la escuela a fin de evitar pasar por calles» dominadas por pandilleros, explicó Fontanini al hacerse eco de los testimonios de las madres que huyen con sus hijos y se convierten así en desplazados forzados.

Cuentan, indicó la funcionaria de la ONU, que «caminan por las calles mirando al suelo para no tener que ver algo que luego se convierta en una sentencia de muerte».

Al reclutamiento forzado, se suman como causas para huir el abuso sexual tanto de niñas como niños, los secuestros y la discriminación por ejemplo en el caso de la población LGBTI, indicó la funcionaria de Acnur.

Afirmó que incluso algunas personas con empleo también deciden salir de sus países porque terminan trabajando para pagar extorsiones a las pandillas, que se han convertido en la «bestia negra» del llamado Triángulo Norte Centroamericano, integrado por El Salvador, Honduras y Guatemala.

Las autoridades responsabilizan a las pandillas de la extrema violencia que se registra en esos tres países, donde en 2017 fueron asesinadas al menos 13.129 personas, y las acusan de controlar las extorsiones y el tráfico menudo de drogas.

Muchos de estos desplazados forzosos relatan que primero se mueven dentro de sus mismos países, huyendo especialmente de la influencia de las pandillas, pero cuando «ven que la persecución» no termina deciden traspasar las fronteras.

Acnur precisó este martes que la gran mayoría de quienes huyen de los países del norte de Centroamérica «buscan protección en Belice, México y en Estados Unidos o, y de manera creciente, en Costa Rica y Panamá.

Según cifras de la agencia de la ONU citadas por Fontanini, desde 2011 hasta 2017 en Costa Rica y Belice se cuentan más 3.000 pedidos de refugio en cada país, mientras que en Panamá superan las 1.000.

Acnur dijo este martes que «está trabajando con gobiernos y socios de la sociedad civil para establecer un Marco Integral Regional de Protección y Soluciones (Mirps)».

Ese marco busca permitir a los desplazados a la fuerza «acceso a mejores condiciones de acogida y cobijo, procedimientos de asilo más eficaces y eficientes, y mejores soluciones tales como garantías de acceso a programas de asistencia social y al mercado laboral».

«Además, el marco establece mecanismos colaborativos de reasentamiento u otras vías legales para aquellos que se encuentran en situación de mayor riesgo, a la vez que refuerza la cooperación con los actores de desarrollo para abordar las causas que subyacen al desplazamiento forzados en esta región», dijo Acnur.

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