En el año fiscal de 2013, que terminó el el 30 de septiembre, se deportaron 369,000 inmigrantes, un diez por ciento menos que el año anterior que llegó a un record de 410,000, especialmente mexicanos y centroamericanos.
En una entrevista con la cadena Telemundo, Obama descartó emitir una orden ejecutiva, parecida la que realizó con los estudiantes indocumentados, los llamados “dreamers”, para frenar las deportaciones de inmigrantes y se escudó en que la tarea del Ejecutivo es hacer cumplir las leyes.
Durante los cinco años que lleva Obama en la Casa Blanca, su gobierno ha deportado a casi dos millones de inmigrantes latinos, y en proporción anual, mas que los ocho que estuvo George W. Bush en la presidencia.
Para Mae Ngai, historiador de la Universidad de Columbia, la mano dura de Obama en las deportaciones es un movimiento táctico: “Mi interpretación es que su gobierno ha decidido ser duro con los inmigrantes con antecedentes criminales para lograr el apoyo en el congreso para legalizar a mas de once millones de indocumentados que no los tienen”.
Pero la verdad es que en los deportados en el año fiscal de 2013, un 41 por ciento no tenían antecedentes delictivos y, en un futuro, se podrían haber beneficiado de un ante proyecto de reforma inmigratoria que está paralizado en la Cámara de Representantes, controlada por la mayoría republicana y prácticamente aprobada por el Senado, con mayoría demócrata.
Obama le echa la culpa al presidente de la Cámara de los Representantes, John Boehner, por no presentar el ante proyecto a una votación y asegura que existen los votos para aprobarlo, contando con los demócratas y algunos republicanos moderados.
Para el diario “La Opinión” de Los Angeles, el descenso de un diez por ciento en las deportaciones el año pasado es una noticia positiva, “que no termina de esconder la ansiedad y sufrimiento de miles de inmigrantes que se vieron separados el año pasado de sus seres queridos”, en referencia a los que dejaron familia en este país.
Mientras, en el aeropuerto de Miami se seguirán viendo aviones blancos, sin ninguna identificación exterior, con destino a México, Guatemala y Honduras, llenos de inmigrantes indocumentados para los que el “sueño americano” ha terminado.
