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46vo. Comandante en Jefe con Madera de Funcionario

Arabeska Sánchez

El quince de diciembre del presente año, el colegio electoral de Estados Unidos certificó al nuevo presidente electo de ese país -ratificando así lo que ya el voto popular había establecido-, así en enero del año dos mil veintiuno, el Sr. Joe Biden se convertirá en el 46vo. Presidente de una de las democracias más fuertes del mundo. Junto a él dos grandes mujeres acompañan la triada conformada por un veterano que sabe lo que significa servir y defender a su país, su esposa una maestra que sabe del amor a la enseñanza y una fiscal de carrera que conoce por experiencia propia lo que es el compromiso de la defensa de los derechos de los ciudadanos en los tribunales.

Esta certificación que el consejo ha hecho esta semana se celebra porque
finalmente la democracia se ha abierto camino y ha dejado atrás cualquier
resquemor; incluso los principales líderes tradicionales de la oposición a su partido
han comenzado a extender las felicitaciones al ganador y a extender los
acostumbrados buenos deseos de quienes entienden -basados en el bien común-
que cuando a un gobierno le va bien, le va bien a un país y finalmente les va bien
a todos sus habitantes, su territorio y su soberanía; pero sobre todo se fortalece su
democracia.

La composición de lo que será el nuevo gobierno desde ya está generando mucha
expectativa y esperanza para los países centroamericanos por la estrecha y
frecuente relación que existe entre cada país centroamericano y estados unidos
de américa; por estar unidos en una agenda común que incluye temas sobre
seguridad, justicia, migración, salud, cambio climático y economía. Estos temas
que también son una constante -o al menos deberían de serlo- en cualquier plan
de gobierno que se diseña e implementa por parte de nuestros partidos políticos
para cuando llegan a ser gobierno, sin duda van a estar presentes por mucho
tiempo, luego de la ola de violencia, corrupción, COVID-19, y los huracanes Eta y
Iota que dejaran sus secuelas en la región centroamericana.

Las administraciones salientes o entrantes consideran esta agenda cada vez que
se inician los procesos de transición tanto en los países centroamericanos como
en EEUU, así, Honduras, que hoy ha sido afectada severamente por estos
fenómenos sin duda que va a requerir de la revisión de esta agenda para
actualizar a las nuevas autoridades que entrarán en vigor a partir de enero en lo
que será la administración Biden.

Seguramente muchos desde ya nos preguntamos ¿que esperar?, y eso solo el
tiempo lo dirá, pero lo que si podemos considerar desde ahora, es que la triada
conformada por un respetable veterano y político de carrera, una maestra y una
fiscal de carrera nos indica que la defensa, la educación y la justicia tendrán un
lugar prioritario en esa administración; y si sumamos a ello los planes de trabajo y de salud que han sido promovidos durante la campaña electoral en donde
participó el partido demócrata puede decirse que los vientos de cambio traerán un
aire fresco para resarcir -en parte- los daños que estos temporales trajeron a la
sociedad en general.

Hacia afuera, o sea con respecto a nosotros los hondureños, lo más seguro es
que una política exterior más amigable se acerque a la tradicional forma de hacer
política democrática a la que hemos estado acostumbrados aquí en Honduras;
pero hemos de agradecer a la saliente administración Trump por haber mantenido
-a pesar de vientos y mareas- su apoyo y su promesa en la lucha contra el crimen
organizado y la corrupción, además de haber acompañado los procesos de
fortalecimiento institucional y la gobernabilidad en nuestro país; que aunque
muchos -por sus propias razones e intereses político-partidarias- ahora no lo ven
así, seguro que el tiempo terminará haciendo su justicia.

No cabe duda de que la asignatura pendiente, sigue y seguirá siendo el tema de
migración ya que cualquier vulnerabilidad que enfrenta Honduras, termina en
oleadas de migrantes que parten siguiendo el sueño americano; el reto sigue
siendo la construcción de nuestra propia versión del “sueño hondureño”, para ello,
las decisiones que se tomen -de cara al futuro- en la próxima década va a
establecer las pautas de la cadena de acontecimientos a desarrollarse en nuestro
país y en la calidad de vida de los hondureños para el futuro cercano.

Para atender este tema, seguridad democrática y economía deberán acompañar
cualquier esfuerzo que se construya en nuestro país; haciendo una lista de
chequeo de las pendientes para llegar a buen puerto entonces priorizar en temas
de elecciones transparentes libres y democráticas, planes de seguridad y justicia
efectivos y justos, política económica viable para la recuperación eficaz, y una
política de empleabilidad efectiva, además de la recuperación del eje de
educación; son probablemente un buen inicio para comenzar a hacer la tarea.
¡Saludos a la administración Biden! Que estén bien; y hasta la próxima entrega.

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